La historia del galgo afgano
La historia de los lebreles está estrechamente unida a la del hombre, forman el grupo de razas caninas más antiguo. La arqueología nos lleva tras el rastro del lebrel informándonos del momento de su aparición, los objetos de arte, monumentos, representaciones plásticas y pictóricas pueden estimar que hacia el año 8000 a.C. los lebreles eran de gran ayuda en la caza.
Con mucha probabilidad el pariente más cercano del lebrel es una raza de perro procedente de las poblaciones nómadas del Oriente Próximo. Las primeras representaciones son del templo de la ciudad de Çatal Huyuk (Turquía, 6.000 a. C) y un vaso funerario procedente de Irak (Susa, 4.000 a. C).
El lebrel llega incluso en la época egipcia a ser la representación gráfica de varios dioses como Anubis, Seth o Upuaut.
El tráfico comercial de Mesopotamia y los posteriores imperios Asirio, Sumerio y de Akad facilitaron la expansión hacia el este. Poco a poco fueron introduciéndose en Irán y Afganistán, desarrollándose tipos autóctonos especiales según la geografía de poblaciones aisladas.
No se criaban para la caza en grupos, se usaban en pareja o solos, principalmente se destinaban a la caza de gacelas. La manera en que lo hacían era espectacular toda una exhibición de alianza entre cuatro seres muy diferentes, el humano, el halcón, el caballo y el lebrel.
Los cazadores de gacela a caballo se acercaban a los rebaños de gacelas, el lebrel iba junto al jinete en la silla, los caballos galopaban detrás del rebaño y cuando la fatiga se hacía notar en el caballo, de un fascinante salto, el galgo bajaba de la silla relevando la carrera para alcanzar a la gacela, en ese momento tomaba parte el último socio, el halcón, que habiendo supervisado toda la escena volaba sobre la cabeza de la gacela para estorbarla en su carrera y facilitar al lebrel su apresamiento.
Al remontarnos tantos años en el tiempo, se hace muy complicado concretar sobre qué años surgieron los primeros galgos afganos, hay papiros, incluso hallazgos de restos con semejanzas a la raza, que datan desde el 4.000 al 3.000 a.C, por lo que hay que ser cauteloso a la hora de establecer su origen.
Entre el 3.000 y el siglo I a.C. se descubrieron varios sellos, pinturas y manuscritos que reflejaban lebreles cazadores con orejas largas y peludas, en la mayoría de los casos con colas largas y en alto.
El pueblo afgano protegía mucho la raza, la guardaba celosamente, pues la consideraban como una joya nacional, el buen resultado de la raza como vigilante y cazador hasta le hizo ganarse un día de festividad. En este día celebrado los engalanaban con collares de flores.
Era prácticamente imposible adquirir un ejemplar, las pocas personas que los poseían, se daban de narices con otro obstáculo, las estrictas reglas de exportación, todos los afganos pertenecían al rey y no podían salir del país.
Los primeros registros escritos son del siglo XIX, la primera ilustración es del año 1813, de un ejemplar similar al afgano pero de talla pequeña, dos años después un libro llamado Dogs, describe una raza que sin dejar duda es el afgano, se refiere a ella como una variedad de galgo, dorado, muy fuerte, pelo largo y sedoso de unos 10 a 15cm, cruz alta, cola poco habitual y orejas características, similares a las de los Spaniels.
En 1880 termina la guerra del pueblo afgano con el británico, llega el colonialismo al índico y es el principio de su llegada a occidente.
En los últimos suspiros del siglo XIX, Inglaterra recibió varios afganos, se exportan perros cuyas características les llaman la atención, perros de caza y pastoreo en las duras condiciones geográficas y climáticas de las montañas de Afganistán, con habilidades para perseguir presas variadas como liebres, gacelas, lobos, chacales o leopardos nivales.
En el British dog Magazine, en 1903, aparecen dos afganos de procedencia Rusia, llamados Muckmul y Mooroo II, ambos posan con su propietario, el Mayor Mackenzie, figura clave en la divulgación de la raza por medio de numerosos artículos en la época.
La mayoría de libros datan en 1907 cuando se revolucionó el escenario canino, con la aparición del Afgano Zardín, propiedad del Capitan Jonh Barff, que permaneció invicto en todos los shows que participó.
Fue años después, en 1925, cuando se fijó el estándar oficial y la raza fue reconocida por el club británico, en este año Zardín regresó a la India donde falleció, permaneciendo inmortal en la historia del afgano, como el que estableció el término galgo afgano, con su pelaje abundante, similar al actual, talla impresionante y conducta fiera.
Entorno a el año 1920 había dos variedades de afgano, el de montaña y el de llanura. El afgano de montaña es más pequeño, corto y compacto, sus patas traseras son largas y más anguladas, lo que hace que tenga más facilidad para subir por terrenos escarpados con elasticidad y agilidad. En cuanto al pelaje, es más espeso y adecuado al frío de la alta montaña, se adaptó igualmente al entorno.
El afgano de tipo llanura, era de las estepas que se extendían al sur de Afganistán, las patas eran más largas y menos anguladas, en semejanza al Saluki o al Sloughi, son también de cabezas más finas y prolongadas, con menos pelaje, todo para despuntar en velocidad.
Tras la guerra, se creó en el mismo Kabul uno de los criaderos más relevantes de la historia afgana, el del Mayor Amps y su mujer Mary, su afijo era «Ghazni», este linaje aparecería en gran parte de los pedigrís de la época.
El Mayor Amps amaba la raza y fue el recopilador principal de los conocimientos históricos actuales de la raza.
Por otro lado, procedentes de la frontera de Baluchistán, llegaban a Inglaterra doce afganos propiedad del mayor Bell Murray y Mrs. Jean Manson, siguiendo una línea diferente a la de Zardín, pelo carente, talla grande pero más ligero de hueso.
Ese mismo año, Mr. y Mrs. Amps, ya habían ganado los premios más importantes en las tierras indias, así que decidieron partir a Inglaterra con un pequeño número de sus ejemplares «Ghazni».
Mrs. Amps comenzó a divulgar que su línea era la correcta, para ello empleó la fuerza de la prensa y las comparaciones de sus ejemplares con el propio Zardín.
Surgió una contienda con Mrs. Manson especialmente por medio de las revistas caninas del momento.
Todo esto causo un efecto positivo en el progreso de la raza, ya que la mediática batalla entre criadores, difundió la fama de esta, lo que incrementó el número de seguidores del galgo afgano.
La segunda guerra mundial frenó el incremento que se producía hasta entonces de la raza y muchos criadores al verse sin medios ni alimentos sacrificaban a sus ejemplares o los exportaban a otros países, ocasión de la que se lucró América, instaurando allí la raza.
En 1960 se empezó a desarrollar de nuevo la raza y sobre 1980 se alcanzaron en Europa las cifras más altas con decenas de miles de inscripciones en los libros de cría, llegando a su máximo en una década.
En los 90 el número se fue reduciendo poco a poco hasta cifras más corrientes para las especies de lebrel.
Los cruces realizados de diferentes linajes dieron por fruto las líneas actuales con el paso del tiempo, juntándose los dos tipos, de montaña y de llanura, mediante la cría de Europa y América.
Continua habiendo líneas cercanas a los tipos antiguos aunque cada vez escasean más, la conservación de estos es muy respetable pero no suelen tener buena acogida en la cría actual.
La mezcla de las dos variantes dio como resultado un afgano actual impresionante y polivalente, que no siendo el más rápido de los lebreles destaca entre los perros y es el número uno en cuanto a velocidad en arduos terrenos, ya que su morfología le permite dar saltos e incluso quiebros en noventa grados a gran velocidad.
Jose Salgueiro
©Escarlata de Biebrich